El ensayo propone una visión de la sexualidad como una dimensión de la vida humana que se escapa de la biología. Somos seres sexuados, nuestra reproducción es sexual, esto es biológico. Pero la sexualidad va mucho más allá, tiene modulaciones sociales, culturales, incluso económicas.
El autor explora las distintas dimensiones de la sexualidad, justifica la necesidad de normas entorno a la misma (originalmente dadas por la superstición y la religión) y explora la necesidad de crear una ética de la sexualidad. Así, explora los falsos problemas de la sexualidad (que vienen del desconocimiento y de las supersticiones) y sus verdaderos problemas: la reproducción, el deseo y las expectativas.
La aproximación es muy antropológica, tratando de analizar la esencia humana, dejando atrás las distintas culturas que tanto conforman nuestro pensamiento y forma de vivir (la biografía es la biología modulada por la cultura). La intención, me figuro, es buscar una ética que sea aplicable independientemente de la cultura. No con normas estrictas, sino con una serie de guías o directrices, basadas en el hecho de que todas las personas tienen dignidad (para los cristianos, estamos creados a imagen y semejanza de Dios; para Carl Sagan, somos polvo de estrellas), lo que nos lleva a una ética del derecho (no exenta de deberes).
El libro termina con un manifiesto para una nueva revolución sexual (en esta ocasión, basada en la ética y en el conocimiento de nuestra naturaleza humana). Como manifiesto, me parece vago. Más bien una conclusión que aglutina y ordena todas las piezas del rompecabezas.