371 pages
Spanish language
Published Jan. 28, 1994 by Crítica.
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Published Jan. 28, 1994 by Crítica.
En los siglos VIII y VI a. C. los fenicios establecieron el primer sistema comercial mediterráneo, que abarcó desde el actual Líbano hasta la Península Ibérica y Marruecos. Mediante la fundación de una serie de colonias en las principales costas e islas del Mediterráneo occidental, se convirtieron en los principales intermediarios entre Oriente y Occidente, y supieron incorporar a este vasto circuito de intercambio a las comunidades indígenas, todavía inmersas en economías propias de la edad del Bronce. La expansión fenicia coincide con uno de los períodos más intensos en términos de contactos interculturales y sociopolíticos entre estas poblaciones indígenas del mediterráneo. Este factor atenuó los desequilibrios sociopolíticos entre estas poblaciones indígenas del Mediterráneo. Este factor atenuó los desequilibrios socioeconómicos existentes entre unos estados denominados «civilizados» —los de Occidente—, favoreciendo al mismo tiempo la aparición de estructuras más «modernas» —y más centralizadas— entre las comunidades locales. El importante rol desempeñado …
En los siglos VIII y VI a. C. los fenicios establecieron el primer sistema comercial mediterráneo, que abarcó desde el actual Líbano hasta la Península Ibérica y Marruecos. Mediante la fundación de una serie de colonias en las principales costas e islas del Mediterráneo occidental, se convirtieron en los principales intermediarios entre Oriente y Occidente, y supieron incorporar a este vasto circuito de intercambio a las comunidades indígenas, todavía inmersas en economías propias de la edad del Bronce. La expansión fenicia coincide con uno de los períodos más intensos en términos de contactos interculturales y sociopolíticos entre estas poblaciones indígenas del mediterráneo. Este factor atenuó los desequilibrios sociopolíticos entre estas poblaciones indígenas del Mediterráneo. Este factor atenuó los desequilibrios socioeconómicos existentes entre unos estados denominados «civilizados» —los de Occidente—, favoreciendo al mismo tiempo la aparición de estructuras más «modernas» —y más centralizadas— entre las comunidades locales. El importante rol desempeñado por las elites indígenas del hinterland colonial en el control de las redes interregionales de intercambio y consumo de metales y de productos agrícolas, las convirtió en coprotagonistas y cobeneficiarias de la empresa colonial y comercial fenicia en Occidente. La investigación arqueológica de los últimos años ha cambiado la visión de esta expansión colonial y de sus repercusiones políticas y económicas, y ha puesto de manifiesto, entre otras cosas, la amplitud y el dinamismo de la diáspora comercial fenicia, que, en su búsqueda de productos excedentarios y materias primas, se aventuró hasta la regiones y productoras de oro y marfil (marruecos atlántico), plata (Tartesos), estaño y cobre (Portugal), y productos agrícolas, como el vino y el aceite, impulsando su producción a gran escala desde el valle del Ebro hasta el Guadalquivir.