Paperback, 104 pages
Spanish language
Published April 24, 2008 by Caja Negra.
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Published April 24, 2008 by Caja Negra.
El intercambio epistolar entre Brauch de Spinoza y Willem van Blijenbergh -comisionista de cereales y teólogo calvinista- se inicia en el mes de diciembre de 1664 y finaliza abruptamente poco tiempo después. En la primera de sus misivas, Blijenbergh solicita a Spinoza que le despeje algunas de las dudas originadas en la lectura de sus "Principios de la filosofía cartesiana" y sus "Pensamientos metafísicos", pretendiendo no tener otro fin que la verdad misma. Spinoza se entrega, de este modo, a una consideración explícita del problema del mal. Pero al transcurrir las primeras cartas, parece advertir que la búsqueda de la verdad no es el fin que realmente las anima: que tras la simulada voluntad de filosofar y de interrogar su concepto del mal, lo que Blijenbergh esconde es el deseo compulsivo de tener razón, la manía de juzgar, un cierto espíritu de persecución, y, finalmente, la necesidad de cuestionar los …
El intercambio epistolar entre Brauch de Spinoza y Willem van Blijenbergh -comisionista de cereales y teólogo calvinista- se inicia en el mes de diciembre de 1664 y finaliza abruptamente poco tiempo después. En la primera de sus misivas, Blijenbergh solicita a Spinoza que le despeje algunas de las dudas originadas en la lectura de sus "Principios de la filosofía cartesiana" y sus "Pensamientos metafísicos", pretendiendo no tener otro fin que la verdad misma. Spinoza se entrega, de este modo, a una consideración explícita del problema del mal. Pero al transcurrir las primeras cartas, parece advertir que la búsqueda de la verdad no es el fin que realmente las anima: que tras la simulada voluntad de filosofar y de interrogar su concepto del mal, lo que Blijenbergh esconde es el deseo compulsivo de tener razón, la manía de juzgar, un cierto espíritu de persecución, y, finalmente, la necesidad de cuestionar los principales aspectos de la filosofía de Spinoza. La propuesta inicial de fundar una amistad filosófica queda con ello destinada al fracaso, y por eso estas ocho cartas, antes que un diálogo entre amantes de la verdad, son los diversos episodios de un desencuentro no sólo filosófico o de principios, sino -ante todo- político.