Los Reyes Malditos IV

Luis X de Francia ha muerto sin dejar heredero, la reina Clemencia está embarazada, habrá que esperar a ver si ese bebé logra nacer. Ante la aparente infidelidad de su difunta esposa, la única hija que sobrevive a Luis no califica al trono debido a las dudas sobre su linaje. Así que quienes tienen línea de sucesión hacen lo posible por garantizar su electividad en el ansiado puesto.

Quien asume inteligentemente estas gestiones es el conde de Poitiers, que a pesar de su miopía demuestra astucia en el movimiento de basas convenciendo a todos para establecer la Ley de los varones, según la cual las mujeres no pueden asumir el trono, aunque si sabe valerse de las que están a su alrededor para que actúen en su favor. También consigue manipular al conclave de cardenales para que por fin elijan a un nuevo papa, por supuesto, uno que sea afín a sus intereses. Todo esto para conseguir contra viento y marea, coronarse como rey.

El autor nos presenta toda esta parte de la historia con maestría, manteniendo siempre la atención del lector, sacando sonrisas, lágrimas y enojos de los hechos relatados. Es triste ver de qué forma muchos han conducido el poder para su propio bien y en quebranto de los derechos de otros, pero, sobre todo, de la minimización del papel de la mujer a pesar de las históricas características de valentía que muchas de ellas también han demostrado a través del tiempo.

No queda más que seguir con esta saga, que ha logrado captar mi curiosidad.