Ayuda a entender el rol de los espacios públicos
5 stars
Cuando se diseñan ciudades se pone el foco en la infraestructura física: calles, equipamiento, servicios, mobiliario. Sin embargo, esta visión tangible de la infraestructura, aunque obviamente necesaria, resulta insuficiente. Una ciudad sin tejido social es solamente un conjunto de edificios. La infraestructura social es el pegamento que mantiene pegada a las comunidades, y que distinguen estas de un conjunto de personas.
‘Palacios del pueblo: políticas para una sociedad más igualitaria’ (2020), de Eric Klinenberg y traducido por Paula Zumalacárregui, es un fantástico ensayo sobre la importancia y necesidad de la infraestructura social a nuestro alrededor. Gracias este tipo de infraestructura las comunidades prosperan y se cuidan, se protegen de las calamidades y las resisten con muchas más herramientas. Pero, además, es gracias a la infraestructura social que las personas son capaces de entenderse.
La polarización social, la desigualdad o la falta de civismo son algunas de las señales que alertan de la falta de infraestructura social, un tipo de bien público que se debilita rápidamente ante eventos como el recorte de fondos públicos para el mantenimiento de la infraestructura física, pero que también aglutina voluntades para que los recortes no se hagan efectivos.
A través de un hilo narrativo tan cautivador como las bibliotecas de las que habla en buena parte del libro, Eric Klinenberg atrapa al lector en un relato perfectamente documentado sobre lo indispensable que supone para el urbanismo el que existan espacios de reunión pública que agrupen a todas las clases sociales en un mismo espacio.
Lugares como bibliotecas públicas, centros de culto, polideportivos abiertos o plazas en las que nadie te cobra por sentarte son lugares imprescindibles para las reuniones sociales mixtas y multiculturales. Palacios del pueblo, como los llama el autor. Pero para que estos palacios surjan, es necesario un trabajo político importante, y mucha valentía.
Una infraestructura social fuerte no solo está relacionada con menores niveles de desigualdad, una delincuencia debilitada, una mayor educación (civismo) o una menor polarización. Por la forma en que está diseñado el urbanismo que fomenta esta infraestructura clave, también están relacionadas con un menor impacto ambiental con foco en una reducción de emisiones per cápita, un mejor uso del agua o una menor amenaza a la biodiversidad, entre otros.
Klinenberg pone el foco en las ciudades americanas, dispersas, atrofiadas, segregadas y dadas a las drogas o la delincuencia por la falta de cuidado municipal, acompañándolas con estudios e informes que ayudan a entender cómo se ha ido desarticulando la infraestructura social y las consecuencias que esto tiene. Sus enseñanzas son de ayuda para todo el globo, especialmente en materia de crispación política o cambio climático.
En su versión original, el libro tenía como título ‘Palaces for the People: How Social Infrastructure Can Help Fight Inequality, Polarization, and the Decline of Civic Life’ (Palacios para el pueblo: cómo la infraestructura social puede ayudar a combatir la desigualdad, la polarización y el declive de la vida cívica), que ayuda a vislumbrar algo mejor qué encontraremos dentro.
Un resumen extraordinariamente sintetizado sería que la infraestructura social ha sido ignorada cuando no ninguneada durante demasiado tiempo y que, aunque no supone ninguna panacea, sin duda es una interesante herramienta para mejorar la vida de las personas. Dar espacio a esta infraestructura será uno de los próximos grandes (y necesarios) retos a nivel urbano.