Las primeras y últimas 100 páginas son adictivas, el resto se me ha terminado haciendo repetitivo. Aún así, leer uno de los libros que popularizó el término "Battle Royale" cómo se conoce hoy en día no tiene ningún desperdicio.
Es fascinante como Keishun consigue darle profundidad a casi la mayoría de personajes, incluso aunque solo aparezcan en un capítulo. La escritura en primera persona para cada uno permite adentrarse de lleno en el libro y sentir verdadera pena por cada estudiante y su trasfondo.
Y qué decir del epílogo... La última página es sublime.
En fin, una muy buena lectura con un poco de crítica social, que vale la pena si lo gore no te echa para atrás.