Review of 'Cartas de un asesino insignificante' on 'Goodreads'
Primera novela donde aparece Roquedal, un pueblo costero español completamente normal, pero también provisto de ecos siniestros, derivados de su cualidad de posible frontera entre realidades. Una magnífica novela epistolar, con toques folk horror, que reflexiona acerca de las palabras con idéntica naturalidad que un found footage habla del medio cinematográfico. Concretamente, “Cartas de un Asesino Insignificante” explora la manera en que se produce el hecho literario: cómo a través del lenguaje damos realidad a cosas que no existen (y confiamos en ellas) y cómo a partir de las palabras, que están aquí, extraemos significado o ideas o sentimientos, que no están, a la manera de una ilusión óptica —el término Gestalt aparece en el libro y también el nombre de Wittgenstein.
La vivacidad de esta novela, la capacidad del autor para construir un pueblo completo y palpable en pocas páginas, con la dificultad añadida de hacerlo dentro de un …
Primera novela donde aparece Roquedal, un pueblo costero español completamente normal, pero también provisto de ecos siniestros, derivados de su cualidad de posible frontera entre realidades. Una magnífica novela epistolar, con toques folk horror, que reflexiona acerca de las palabras con idéntica naturalidad que un found footage habla del medio cinematográfico. Concretamente, “Cartas de un Asesino Insignificante” explora la manera en que se produce el hecho literario: cómo a través del lenguaje damos realidad a cosas que no existen (y confiamos en ellas) y cómo a partir de las palabras, que están aquí, extraemos significado o ideas o sentimientos, que no están, a la manera de una ilusión óptica —el término Gestalt aparece en el libro y también el nombre de Wittgenstein.
La vivacidad de esta novela, la capacidad del autor para construir un pueblo completo y palpable en pocas páginas, con la dificultad añadida de hacerlo dentro de un corsé epistolar que no pierde naturalidad, resulta remarcable. Como admirable y aguda se antoja también la visión romántica del autor, en la cual a los humanos suele definirnos el término contrario al que a primera vista creemos. Los recuerdos definen nuestro presente, los momentos absurdos definen nuestras tragedias, la pérdida define nuestros amores y, por último, la muerte define nuestra vida. A partir de aquí, Somoza se dedica a indagar sobre la muerte hasta desarticularla, con todo lo peligroso o liberador que ello podría conllevar.
Tal densidad de ideas convive con la construcción de un personaje principal auténticamente encantador, por mucho que su caracterización se concentre, en trazos breves, pero elocuentes, al inicio y al final del relato. Una mujer de mediana edad, Carmen, traductora y escritora, con un trauma reciente a cuestas que se remueve a causa del fallecimiento inesperado de un vecino del pueblo. Una mujer deprimida, solitaria, hastiada cuya búsqueda—lejos, en su madurez, de arrebatos emocionales—, tal vez o no infructuosa, de una sólida serenidad dentro de los sinsabores de la vida, se aparece al lector como algo verdaderamente hermoso.