Álvaro G. Molinero reviewed La Escalada del Odio by Jerzy W. Borejsza
Elementos para el ascenso del fascimo
4 stars
Recorrido histórico por los regímenes fascistas y autoritarios de derechas durante la primera mitad del siglo XX, desde 1919 a 1945 concretamente, y en el subcontinente europeo. El libro está introducido por un debate, algo confuso, sobre las diferencias entre totalitarismo, fascismo y autoritarismo. El autor concluye que la URSS bajo Stalin y la Alemania bajo Hitler pueden ser clasificadas como regímenes totalitarios, pero el libro no gira en torno a la URSS (pese a las primeras páginas), sino en torno a los regímenes fascistas y autoritarios que emergieron tras la subida de Mussolini al poder en Italia en 1922.
En estas primeras páginas, sin embargo, se realiza un resumen casi perfecto de lo que podríamos considerar históricamente fascismo, y que puede ser de utilidad para comparar con los actuales movimientos de corte neofascista.
"Las condiciones de la Europa moderna, en una época de revolución técnica, han cambiado radicalmente en …
Recorrido histórico por los regímenes fascistas y autoritarios de derechas durante la primera mitad del siglo XX, desde 1919 a 1945 concretamente, y en el subcontinente europeo. El libro está introducido por un debate, algo confuso, sobre las diferencias entre totalitarismo, fascismo y autoritarismo. El autor concluye que la URSS bajo Stalin y la Alemania bajo Hitler pueden ser clasificadas como regímenes totalitarios, pero el libro no gira en torno a la URSS (pese a las primeras páginas), sino en torno a los regímenes fascistas y autoritarios que emergieron tras la subida de Mussolini al poder en Italia en 1922.
En estas primeras páginas, sin embargo, se realiza un resumen casi perfecto de lo que podríamos considerar históricamente fascismo, y que puede ser de utilidad para comparar con los actuales movimientos de corte neofascista.
"Las condiciones de la Europa moderna, en una época de revolución técnica, han cambiado radicalmente en comparación con las de la primera mitad del siglo XX. Las crisis políticas y económicas son de naturaleza totalmente distinta. (...) Los movimientos fascistas se originaron bajo condiciones de crisis profundas, a la vez de naturaleza política, económica y moral, relacionadas a menudo con catástrofes bélicas. Se desarrollan con la mayor facilidad dentro de un sistema estatal débil, cuando faltan los mecanismos democráticos positivos y una sólida tradición pluralista y democrática. Entre sus enemigos principales se encuentra el socialismo y el comunismo. (...) El nacionalismo extremo se expresa en una enemistad profundamente arraigada contra otras naciones, contra todos los movimientos y organizaciones de carácter internacional, y contra todo lo que es distinto y transciende lo nacional (...). Los movimientos fascistas son nacionalistas, antidemocráticos, antiliberales, antiparlamentarios, antisocialistas y anticomunistas, independientemente de que se sirvan de un vocabulario socialista y revolucionario. (...) el fascismo es un culto de la acción y a la fuerza; apela a las emociones, a los mitos, a un pasado nacional mitificado, a la vez que crea enemigos míticos contra los cuales moviliza la opinión pública. El método fundamental de la movilización de masas utilizado por los movimientos fascistas es el odio (...) el fascismo como movimiento se dirige a todos aquellos que no encuentras acomodo en una estructura social cambiante, (...) ya trae a quienes la industrialización y la modernización amenazan con hacerles perder su sitio en el sistema económico y social existente; se dirige a todas las clases sociales".
"en la fase de movimiento se opone a la gran burguesía; más tarde en la etapa de régimen, limita su oposición a la omnipotencia del capital industrial y financiero, al que obliga a hacer concesiones en favor de los aparatos del partido y del Estado, así como de la población trabajadora". Como ejemplo de esto el autor cita los 25 puntos del programa del DAP (futuro NSDAP) cuyo punto 17, donde se exige la parcelación de las grandes propiedades, la expropiación sin indemnización de tierras para uso común y la prohibición de la especulación del suelo fue el único punto no aplicado del programa cuando el NSDAP tomó el poder.
Una cuestión que me parece esencial en el análisis de Jerzy W. Borejsza es la siguiente: "debemos, por tanto, al hablar de fascismo, distinguir entre el movimiento, la ideología y el sistema de Estado tras la toma de poder". Si no hacemos esto, la discusión sobre totalitarismo, fascismo y autoritarismo se vuelve borrosa. Y un hecho esencial, "los movimientos fascistas no pudieron conquistar el poder sin el apoyo, o al menos la neutralidad benevolente, del ejército".
¿Diferencias con el autoritarismo? Como características de los regímenes autoritarios de derechas encontramos los programas de renacimiento, renovación, depuración y activación de la nación. No condenan totalmente los sistemas socio-políticos anteriores. El aparato autoritario descansa sobre las viejas clases dominantes y solo se transformaba limitadamente (el fascismo intentaba crear una nueva clase dominante). El poder lo ostenta un pequeño grupo que controla el Estado mediante la fuerza y el terror, no existe un partido de masas, ni un ejercito del partido ni se busca la conexión con parte o la mayoría de la población; tampoco una acción proactiva del Estado (el "hombre nuevo", un "nuevo futuro", etc.) ni la suspensión completa del sistema de partidos y de las libertades. Se buscan habitualmente alianzas con la iglesia y con el ejército. En mi humilde opinión, las diferencias son cuantitativas, no cualitativas.
Algunas cuestiones de fondo. Jerzy W. Borejsza afirma que, los primeros en "caer" bajo el embrujo del fascismo fueron los Estados nuevos surgidos en el centro y este de Europa tras la Primera Guerra Mundial. En plena crisis de la democracia parlamentaria en toda Europa, sus parlamentos y gobiernos sufrieron más las presiones de la crisis posterior a dicha guerra (nacionalismos y movimientos de masas). Una cuestión común a estos movimientos de masas fue la juventud de sus militantes y simpatizantes, así como los pequeños propietarios desposeídos por la crisis económica, exmilitares y obreros que habían perdido su trabajo.