La democracia tiene su origen en la más dura de las violencias
5 stars
A veces las librerías de ocasión te obsequian con regalos como este. Por un módico precio tienes acceso a un resumen relativamente breve de la historia moderna y contemporánea de seis grandes naciones y al ya extenso análisis socio-histórico ideado por Barrington Moore. El texto tiene cuatro partes. En la primera parte se analiza la historia moderna y contemporánea de Reino Unido, Francia y Estados Unidos (el denominado itinerario democrático y capitalista hacia la modernidad). En la segunda parte se estudian los caminos seguidos durante la edad moderna y contemporánea por China, India y Japón (el denominado itinerario agrario). En un tercer bloque de capítulos Moore realiza inferencias teóricas a partir de los casos estudiados e intenta darles una aplicabilidad histórica y sociológica al mundo actual. En la última parte, el epílogo, es quizá la parte con mayor contenido sustancial (y la que reuniría toda su tesis en un formato …
A veces las librerías de ocasión te obsequian con regalos como este. Por un módico precio tienes acceso a un resumen relativamente breve de la historia moderna y contemporánea de seis grandes naciones y al ya extenso análisis socio-histórico ideado por Barrington Moore. El texto tiene cuatro partes. En la primera parte se analiza la historia moderna y contemporánea de Reino Unido, Francia y Estados Unidos (el denominado itinerario democrático y capitalista hacia la modernidad). En la segunda parte se estudian los caminos seguidos durante la edad moderna y contemporánea por China, India y Japón (el denominado itinerario agrario). En un tercer bloque de capítulos Moore realiza inferencias teóricas a partir de los casos estudiados e intenta darles una aplicabilidad histórica y sociológica al mundo actual. En la última parte, el epílogo, es quizá la parte con mayor contenido sustancial (y la que reuniría toda su tesis en un formato más breve) y en la que utiliza sus hipótesis para realizar predicciones futuras.
La primera parte, que ocupa tres capítulos, analiza el tránsito a la democracia de Reino Unido, de Francia y de Estados Unidos. La tesis historiográfica de Moore es que el tránsito a la democracia se vio favorecido en el caso británico por la existencia de una desarrollada burguesía urbana y una aristocracia rural ya orientada hacia criterios de mercado en sus fincas y, por ende, a la unión estratégica temprana de ambas capas sociales. Esta alianza les llevó a enfrentarse al Rey. La guerra civil inglesa, que comprende los diferentes conflictos al interior de Inglaterra a lo largo del siglo XVII, permitió establecer un balance entre el Parlamento y el Rey. Este proceso se llevó por delante el campesinado como clase social debido a los enclousers y la eliminación del derecho consuetudinario y vertiendo a toda esta masa de la población (la mayoría) hacia una vida pobreza y sirviendo de mano obra barata para la burguesía. El camino francés contó con la resistencia explícita de la aristocracia rural: mucha de esta clase social se había generado por ascenso de parte de la burguesía que ansiaba un estilo de vida elevado y, por tanto, sociaológicamente eran conservadores. La modernización económica capitalista no era para ellos. La alianza burguesía urbana y aristocracia rural solamente fue posible en determinadas regiones y la mayor parte de la aristocracia rural defendió al Rey. Esto condujo a una alianza táctica (que no estratégica) entre la burguesía urbana, del campesinado, la pequeña burguesía y el incipiente proletariado de las grandes urbes contra la nobleza y el Rey. Una alianza inestable y democráticamente violenta: no podía ser de otra manera dado el tamaño del muro a superar. El campesinado consiguió desmantelar el sistema señorial y consolidar al pequeño propietario tras la Revolución francesa. Políticamente la Revolución fue más avanzada en Francia por la naturaleza de la alianza, pero mucho más inestable, con alternancia en la dominación de la facción burguesa y de la facción más jacobina, que acabó siendo derrotada por la alianza final entre burguesía y parte de la gentry rural y nobleza. La vía estadounidense hacia la democracia destaca sobre estas dos vías por varios motivos: el proceso no se enfrentó al reto de desmantelar una compleja y arraigada sociedad agraria de formas feudales. La burguesía tampoco tuvo ninguna clase de pugna política con una autoridad real o una aristocracia rural no capitalista. Tampoco existió un campesinado como tal. Así, la principal barrera que tuvo que enfrentar la vía estadounidense hacia la democracia fue el crecimiento de la burguesía y del proletariado, cuestión harto compleja dada la naturaleza esclavista (y por tanto antiliberal sensu stricto) del modo de producción del sur de la nación. De hecho, Moor interpreta la Guerra civil de 1861-1865 como la “última ofensiva revolucionaria por parte de la democracia capitalista urbana o burguesa”. A pesar de que el esclavismo de plantación en el sur del país no representaba ningún freno para el desarrollo del capitalismo industrial, el esclavismo como forma opresora de la mano de obra sí suponía un obstáculo político y social para un estadio histórico superior del capitalismo, el que Moore denomina el “capitalismo democrático competitivo”.
La segunda parte, que ocupa otros tres capítulos, analiza el ascenso del autoritarismo en China y Japón y la diferencia fundamental del caso Indio con respecto a ellos. En el caso de China existía una burguesía incipiente, que se estaba creando al calor del imperialismo británico en los protectorados de Hong Kong y en otras ciudades costeras y un campesinado absolutamente mayoritaria. El orden imperial estaba colapsando debido a la ineficacia de la burocracia ante el mundo moderno y se mostró incapaz de proteger al campesinado ante el abance del pillaje y de las bandas de saqueadores. Esto dio lugar a una creciente inestabilidad, debilitando el vínculo tradicional con las élites que controlaban el imperio. Esto abrió la puerta a que el campesinado organizado, sin apenas elementos de la burguesía, pudiera derrocar por su propio pie el antiguo régimen. El socialismo de Mao consiguió suplir las carencias del sistema imperial y del intento fallido de república liberal de los años 1920, volviendo a coser el vínculo tradicional entre clan, aldea y poder central. Las cargas extractivas se repartieron (ya no había un rentista rural que se lo quedaba todo) y, a la vez, se consiguió un mayor excedente agrícola (la tierra se redistribuyó). La vía japonesa a la industrialización fue, al contrario del caso chino, impulsada por la clase terrateniente. La aristocracia rural logró invertir el capital acumulado por la extracción primitiva en monopolios auspiciados por el débil Estado liberal surgido de la restauración Meiji. Esta alianza entre la débil burguesía y la potente clase terrateniente taponaba cualquier posibilidad de revuelta campesina o proletaria. La aristocracia rural frozó al Estado a introducir cambios legales que aseguraran que los campesinos generasen un excedente suficiente que pudieran apropiarse y vender con algún provecho económico. Moore también veía barreras culturales para la revolución campesina en Japón: una estrecha vinculación con el señor feudal, un potente sentimiento de comunidad y un sistema de propiedad y de herencia que permitía el control social y la permanencia del statu quo. Por último, el extraño caso de la Indica sirve a Moore de “piedra de toque” para su tesis. Para el autor, que publicó el libro originalmente en 1966, la India continuaba en la era preindustrial, pero sí que había conseguido establecer un régiment político democrático liberal y un Estado de derecho que consiguió canalizar legalmente los movimentos de masas organizados para el cambio político. Ello para Moore sería la respuesta a la ausencia relativa de una “violencia revolucionaria” ante el cambio social y, también, explica el fracaso de la transición a la modernidad. La ocupación británica se apoyó (y fortaleció) a la gentry rural y, unida a la naciente burguesía urbana de finales del siglo XIX, bloquearon el acceso a esta transición. ¿El resultado? “atraso económico por cuenta de una baja acumulación de capital y bajo desarrollo industrial”.
Este análisis lleva a Moore a algunas tesis: I) La democracia liberal se estabiliza y permanece en países que desarrollaron una burguesía fuerte. II) Una aristocacia rural fuerte abre la puerta a una “revolución de tipo fascista”, desde arriba, autoritaria (aunque la burguesía urbana sea también fuerte como el caso de Alemania). III) Un campesinado fuerte da lugar a revoluciones de tipo socialista y con redistribuciones de la tierra y del poder que puede adoptar formas más o menos autoritarias. Según estas tesis existiría, tres tipos de transiciones al mundo moderno: 1) La revolución burguesa, 2) la revolución desde arriba o fascista, 3) la revolución campesina, desde abajo, o “revolución comunista”. Las sociedades modernas, según Moore, han pasado por alguna versión de estos tres tipos.