Manu Viciano reviewed Plan D by Simon Urban
Un thriller con estilo propio
4 stars
(Reseña publicada en Fantífica el 10/03/2014).
Plan D es una historia de detectives, un thriller, una novela negra. Un libro cuyo protagonista, el capitán Martin Wegener de la Policía Popular, es un desencantado, un hombre hastiado (posiblemente desde antes del cambio de milenio) de la República Democrática Alemana, cuyas más altas instancias le asignan un caso que le viene grande por todas partes: la aparición de un cadáver asesinado junto al nuevo gasoducto. Hasta ahí, nada que deba preocupar a todo un capitán de la policía, aunque sea un capitán de novela negra como el camarada Wegener. El problema es que el fiambre tiene todos los signos de haber sido ejecutado por la Stasi, o al menos con los métodos que utilizaba la Seguridad del Estado antes de la Reanimación. Y el otro problema es que el muerto ha aparecido en vísperas de las negociaciones entre las dos Alemanias, …
(Reseña publicada en Fantífica el 10/03/2014).
Plan D es una historia de detectives, un thriller, una novela negra. Un libro cuyo protagonista, el capitán Martin Wegener de la Policía Popular, es un desencantado, un hombre hastiado (posiblemente desde antes del cambio de milenio) de la República Democrática Alemana, cuyas más altas instancias le asignan un caso que le viene grande por todas partes: la aparición de un cadáver asesinado junto al nuevo gasoducto. Hasta ahí, nada que deba preocupar a todo un capitán de la policía, aunque sea un capitán de novela negra como el camarada Wegener. El problema es que el fiambre tiene todos los signos de haber sido ejecutado por la Stasi, o al menos con los métodos que utilizaba la Seguridad del Estado antes de la Reanimación. Y el otro problema es que el muerto ha aparecido en vísperas de las negociaciones entre las dos Alemanias, que precisamente tratarán de las tarifas por el paso del gas, una inyección de dinero energético que la RDA, el socialismo, la patria, necesita como agua de mayo.
¿Mareados? Pues no habéis visto nada. Simon Urban construye una historia detectivesca compleja y exigente sobre una ucronía de la que no va a concedernos ni el menor volcado de información. No encontraréis párrafos dedicados a explicar cómo llegó a darse el universo alternativo de las dos Alemanias en 2011, no leeréis un «Como bien sabes, Früchtl» en los primeros capítulos del libro, ni existe un personaje de origen muy dispar que pueda plantear a los demás las mismas dudas que tiene el lector: Simon Urban nos obliga a confiar en él, sospecho que porque sabe que puede. Añádase al mareo inicial que la prosa de Plan D, su primera novela, es a veces lírica, a veces directa y brutal, a veces psicodélica y a veces hasta críptica, según el estado de ánimo de su protagonista, que además entabla diálogos internos con su antiguo jefe, desaparecido misteriosamente unos años atrás y aún más cínico que el propio Wegener.
¿Suficiente? Qué va. Aliñémoslo con un buen número de personajes, tanto socialistas como venidos de la RFA para investigar conjuntamente el crimen, no vaya a ser que la comunidad internacional piense que la Stasi, sombra de lo que fue antes de la Reanimación, está jugando sucio. Y planeando sobre todo ello, o más bien salpicando cuando lo pisan los personajes, las reflexiones sobre un statu quo que todo el mundo lleva tres décadas creyendo acabado pero ahí aguanta, con sus buscados móviles Minsk y sus trapicheos energéticos para que el paraíso socialista tire adelante de cualquier manera.
Pero si aceptamos que el autor no va a hacer concesiones, si entramos en su mundo y nos comprometemos a explorar sin guía un Berlín cuyo Muro sigue existiendo en pleno siglo XXI, con sus (pocas) luces, sus (muchas) sombras y su perenne olor a fritanga de motor, con actitudes tan aterradoramente familiares que hasta llevan a la carcajada —demencial el cine de acción y ciencia ficción de la RDA, con «el clásico crucero espacial socialista Walter Ulbricht»—, nos espera un viaje más que movido. Urban no se corta un pelo y traslada personajes reales y vivos a su Berlín alternativo, convenientemente recogidos y explicados al final del libro en un índice sin el que, yo al menos, no habría caído en el detalle de que Angela Kasner es más conocida en la realidad por su apellido de casada, Merkel. Recomiendo consultarlo a medida que se van nombrando los personajes.
Y si al terminar el libro os habéis quedado con ganas de más frases como «El comunismo es una polla a mitad de erección, decía siempre mi antiguo jefe: no se afloja y tampoco eyacula», o «Rezar es para gente que echa la culpa a otros cuando fracasa», tranquilos, que a Urban le quedan cosas que decir de su Berlín socialista y se propone ambientar más novelas en él. Yo espero con ganas la segunda.