Desde que me lo descubrieron hace unos años, que se usaba como broma entre mis amigos como sinónimo de pretenciosidad, Cartarescu ha sido uno de mis autores favoritos, siendo Nostalgia la obra que más me convenció. Tiene un estilo muy peculiar, y en este libro lo refleja totalmente. Los elementos son:
1. Transición infancia-adultez. Todos sus libros tocan este tema, de un personaje que está en esta edad, o de un adulto que no deja de referirse a su infacia. Este libro me ha recordado en concreto a El guardián entre el centeno: un joven que renega de sus iguales porque quiere algo más y se siente superior.
2. Sueños. Todos sus libros mezclan la realidad con una parte de fantasía que no se sabe si es realidad o sueño.
3. Exageración. Empieza con una premisa, y la va haciendo cada vez más grande hasta que alcanza unas dimensiones apoteósicas.
4. Sexualidad. En todas las descripciones hace referencia al cerebro, al corazón y al sexo del personaje. Que si nota calor aquí, que si se mezclan los tres elementos, que si se espachurran y sale una baba como si fuese un caracol...
En este libro, en cambio, añade un factor que me ha sorprendido, que no sé si es un guiño LGBT o simplemente lo usa como "factor extra de horror y confusión".
En fin, me lo leí en dos sentadas y lo disfruté.