29. Dominio Público #1 (Chip Zdarsky). Paradójicamente conocí al autor de esta obra sobre las tropelías de la industria del cómic con sus autores como guionista de una maravillosa etapa de Spiderman. Esta serie es un sentido homenaje a todos aquellos Kirbys, Ditkos y Fingers que ayudaron a construir una industria multimillonaria y a cambio sólo recibieron un fuerte aplauso y el juego del programa.
30. Odisea cósmica (Jim Starlin, Mike Mignola). Mignola de finales de los 80, tal vez contenido para encajar en un estilo superheroico estándar o tal vez todavía pendiente de desarrollar su estilo personal al 100% (aunque se le ve asomar más de una vez). Por lo demás una historia entretenida pero con una resolución que se acerca peligrosamente al deus ex machina.
31. Ronda de noche (Terry Pratchett). La saga de La Guardia es para muchos, entre quienes me incluyo, lo mejor del Mundodisco. Y si encima en una de sus entregas te encuentras viajes en el tiempo, reflexiones sobre nuestro lugar en el mundo al hacernos mayores y al Pratchett más político está claro que esa novela va directa a tu lista particular de lo mejor del Mundodisco. Maravillosa, genial y con ese poso de tristeza que siempre sobrevuela las obras de genios que se nos fueron demasiado pronto dejando muchas historias sin contar.
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32. Conan IV (Robert E. Howard). Contén os relatos: Cravos vermellos, As xoias de Gwahlur, O fénix na espada e A cidadela escarlata. Seica o tomo máis próximo ao clixé de Conan que podemos atopar na cultura popular. Abre o volume Cravos Vermellos que moi posibelmente sexa o relato de Howard máis adaptado e seguimos cun Conan que xa é rei de Aquilonia. Do mellor da saga, una mágoa ter so un volume máis por diante.
33. Los Picapiedra (Mark Russell, Steve Pugh). ¿Un cómic de Los Picapiedra a estas alturas de la vida? Eso mismo pensé yo e ignoré este tomo durante meses cada vez que pasaba por mi librería de cabecera. El interés que me despertaba era nulo, me parecía una muestra más de esa combinación de aversión al riesgo y falta de ideas originales que lastran a la industria cultural en nuestros días y que nos condena a un refrito sin alma tras otro. Y no podía estar más equivocado. Russell aprovecha los mimbres de una franquicia conocida por todos para construir una miniserie impresionante en la que no deja títere con cabeza en nuestra sociedad actual. Aquí hay para todos: populismo, consumismo, medios de comunicación, maltrato animal, gentrificación… Un tebeo que dejé pasar de largo durante muchos meses y que una vez abierta su primera página no pude dejar de leer hasta …
33. Los Picapiedra (Mark Russell, Steve Pugh). ¿Un cómic de Los Picapiedra a estas alturas de la vida? Eso mismo pensé yo e ignoré este tomo durante meses cada vez que pasaba por mi librería de cabecera. El interés que me despertaba era nulo, me parecía una muestra más de esa combinación de aversión al riesgo y falta de ideas originales que lastran a la industria cultural en nuestros días y que nos condena a un refrito sin alma tras otro. Y no podía estar más equivocado. Russell aprovecha los mimbres de una franquicia conocida por todos para construir una miniserie impresionante en la que no deja títere con cabeza en nuestra sociedad actual. Aquí hay para todos: populismo, consumismo, medios de comunicación, maltrato animal, gentrificación… Un tebeo que dejé pasar de largo durante muchos meses y que una vez abierta su primera página no pude dejar de leer hasta terminarlo de una sentada. Eso sí, tiene un poso pesimista y triste que te va a dejar tocado. Afortunadamente también deja pequeños destellos de esperanza. Como la vida misma.
34. Conan el Bárbaro #3 (Jim Zub, Doug Braithwaite). La nueva etapa de Conan en Titan Comics sigue dando alegrías con el comienzo de un nuevo arco en el que debuta un muy interesante Doug Braithwaite a los lápices. La historia de Zub es de un Conan absolutamente canónico y sin muchas sorpresas aunque hacerla girar alrededor del recuerdo y la añoranza de Belit añade un punto interesante. Mis dudas sobre si sacar al personaje tan pronto de Marvel tras su efímero regreso era un buen movimiento o no ya están más que despejadas.
35. Blackwater I: La riada (Michael McDowell). Siempre me acerco a estos éxitos virales con un cierto temor a la decepción, no por snobismo de que si le gusta a mucha gente no debería gustarme a mí sino por todo lo contrario ya que llego con unas expectativas bastante altas. Y en este caso no sólo se han cumplido sino que he entendido a qué viene tanto hype. Una novela entretenidísima y de lectura ágil, con alma de folletín. Un poquito de Lovecraft (trazas microscópicas, pero algo hay) y un mucho de culebrón. Y editorialmente un acierto irla sacando cada quince días para mantener a la gente enganchada. Además, como lector, las sagas ya cerradas dan una cierta paz mental al saber que un Martin de la vida no te va a tener esperando diez años por una entrega.
36. Emilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología (Marisol Donis). Hay muchas maneras de plantear un ensayo de este tipo. En este caso la autora apuesta por notas breves, dedicando pocas páginas a cada caso y menos aún (normalmente unos pocos párrafos) a la implicación de doña Emilia en ellos. El resultado es una lectura ligera y ágil pero que deja con ganas de más. Eso sí, logra dejar claro que en muchos aspectos Pardo Bazán no sólo fue adelantadísima a su época sino que además tuvo que pisar algún que otro callo de señoros.
37. Blackwater II. El dique (Michael McDowell). Un mérito que hay que reconocerle a Blackwater es que no tiene prisa. La trama avanza despacio para permitir brillar a la historia folletinesca de un clan familiar con sus filias, fobias y traiciones. Perfecto para leer a la sombrita en la piscina del pueblo entre chapuzón y chapuzón.
38. Blackwater III. La casa (Michael McDowell). ¿Qué más da que la trama esté de adorno y apenas avance o que los toques de terror por ahora no lleguen ni a MacGuffin? Aquí lo que mola es el salseo familiar, ver a los personajes envejecer y encontrar nuevas maneras de hacerse la vida miserable unos a otros. Me cuesta imaginar una lectura mejor para el verano. Ligera y adictiva.
39. Queremos su dinero (Jesús Martínez del Vas). Difícil evaluar una biografía que oscila entre la importancia indiscutible que tuvo su protagonista en la historia de la microinformática en España y el convencimiento de que tanto él como su mentor Alan Sugar serían personas que me caerían fatal en caso de haberles conocido. Un comercial de la vieja escuela de los años 80, con un talento innegable para vender pero con esa actitud de empresaurio que me dispara todas las alertas. Un libro con un diseño estupendo, muy interesante para todos los que vivimos la época pero un tanto empañado por la excesiva admiración del autor que termina convirtiendo la historia en una hagiografía.