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reviewed La daga de la ceguera by Brent Weeks (El Portador de Luz, #2)

Brent Weeks, Manuel de los Reyes García Campos: La daga de la ceguera (Paperback, Español language, 2013, Random House Mondadori) 5 stars

Gavin Guile pensaba disponer de cinco años más de existencia como Prisma, y ahora resulta …

Un bocata sabroso y bien repleto

4 stars

(Reseña publicada originalmente en Fantífica el 27/03/2015).

La Daga de la Ceguera, segunda entrega de la tetralogía «El Portador de Luz» de Brent Weeks, se llevó el Premio David Gemmell Legend en 2013, y la verdad es que no me extraña. Si habéis leído la primera parte —de lo contrario, mejor no sigáis con esta reseña, ya que como mínimo os enteraréis de quiénes sobreviven—, esta segunda es de principio a fin como las partes más épicas y desenfrenadas de El Prisma Negro. Es mejor que la primera parte de la serie, y eso que aquella no estaba nada mal.

El libro arranca cuatro días después de la conclusión de El Prisma Negro, lo que permite a Weeks pasar a la acción desde la primera página, que para algo se tiró un tramo de la primera parte volcando información sobre las Siete Satrapías, la región en que se desarrolla la serie. Gavin —ya sabéis qué Gavin digo— envía a Kip a la Cromería para entrenar en la Guardia Negra, con la esperanza de que adquiera disciplina y destreza como trazador, domine todos sus colores y, ya puestos, transforme un poco de grasa en músculo. Pero entrenar no será el único objetivo de nuestro protagonista respondón: también debe apartar del poder, por cualquier medio posible, al señor de la lux azul. Mientras tanto el propio Gavin, que ha perdido su poder sobre el color azul, emprende una misión junto a Karris para localizar y destruir a la perdición azul, precisamente, que ha emergido como islote en el mar y de la que descubren que puede imbuir su esencia en un peligrosísimo avatar.

Brent Weeks amplía su mundo, expande el sistema de magia, añade colores nuevos al espectro, introduce nuevos e importantes personajes, profundiza en otros que ya conocíamos del primer libro y nos revela distintas facciones enfrentadas en todos los centros de poder. Y todo eso sin que apenas nos demos cuenta, porque el ritmo no decae en toda la novela. Se dice rápido. De hecho, los únicos respiros que nos da el autor son breves interludios en los que Kip tiene visiones del pasado al tocar las cartas del juego Nueve Reyes, una especie de Magic: The Gathering hiperrealista en el que Kip compite con su abuelo, el maquiavélico Andross, en un duelo de poder y putadas mutuas que también le permite echar breves vistazos a la historia del mundo.

Pero todo es relevante. Los breves capítulos históricos están muy relacionados con la trama del libro, aunque Kip no se dé cuenta en un principio. Las partidas que juega contra su abuelo se enmarcan en su intento de cumplir la misión asignada por Gavin y establecen el juego de poder en la Cromería. En el entrenamiento con la Guardia Negra, Kip conoce a Teia, una de las protagonistas de la tetralogía de la que no sabíamos nada hasta la fecha, pero cuya evolución a personaje principal llega fluida. Y con ella se nos presenta un nuevo color, el paryl, que desde debajo del subrojo confiere extrañas capacidades a sus trazadores. Por su parte, la misión de Gavin sirve para darnos un punto de vista más amplio sobre el conflicto principal de la serie, al tiempo que el Prisma desempeña un papel crucial en él. Su regreso a la Cromería desencadena un par de inesperados volantazos argumentales de esos que tanto gustan a Weeks, y todos los personajes derivan con naturalidad hacia el clímax final del libro sin que parezca que el autor lleva quinientas páginas colocando todas sus piezas donde las quería tener. Y para colmo nos ha presentado con todo el descaro nuevos objetos ultrapoderosos, como el que da título al libro, que acabarán alterando el panorama y la forma en que el lector interpreta las Siete Satrapías.

En fin, que la novela es larga pero está repleta de punta a punta, como los buenos bocadillos. Al terminarla entiendes que Weeks acabara convirtiendo la serie en tetralogía, porque de otro modo los libros habrían reventado en sus costuras. Obviamente tiene sus fallos: algunos personajes, Andross por ejemplo, dan sensación de ser demasiado arquetípicos. O el patriarca de los Guile tiene unos motivos extremadamente sutiles para algunas cosas que hace (ya veremos cuando salga el cuarto libro) o es que en su hoja de personaje pone «Chaotic Evil», incluso más allá de lo que justifica su relación con el violento color rojo. Pero tal vez sea el contraste con otros personajes mucho menos arquetípicos. O tal vez simplemente haya gente neutral good como Puño de Hierro o chaotic evil como Andross, sin mucho más detalle, en el mundo.

Y en todo caso, una cosa que me gusta de Weeks es que se nota cómo mejora, cómo aprende de sus errores de un libro al siguiente. No es que tenga grandes carencias que resolver, ojo, pero en este libro concreto se aprecia que maneja mejor el ritmo narrativo, los combates, las transiciones, la capacidad de colar el Magic en su mundo sin que rechine y de apoyar en él parte de la trama. Tiene un estilo muy directo y funcional, que recuerda a Sanderson (aunque Weeks sacrifique un poco de la coherencia de su sistema mágico en aras del molonismo), y una crueldad juguetona muy refrescante. Si Weeks mantiene esa actitud de «aún puedo mejorar como escritor», atentos a él.

Ah, y volviendo a la novela, que sepáis que acaba en un cliffhanger brutal. Pero si tenéis la suerte de estar leyendo ahora la serie, no os hará falta esperar ni un día para saber en qué queda todo el berenjenal, porque el tercer libro ya está publicado.