Se avecinan los tumultuosos tiempos del Apocalipsis y la Batalla Final entre los agentes celestiales y los ejércitos del infierno. Sin embargo, los preparativos para los eventos que han de sucederse no tienen un buen comienzo. El infante destinado a ser el Anticristo es entregado a la familia equivocada y crece para ser un niño normal y de buen corazón. En lo que respecta al resto de desaciertos y confusiones que van poniendo en tela de juicio el plan divino para el fin del mundo, nuestros protagonistas Crowley y Aziraphale, demonio y ángel respectivamente, difícilmente pueden quedar exentos de responsabilidad. Y en gran medida su falta de compromiso con satisfacer las profecías bíblicas que les corresponde ayudar a cumplir, radica en su fuerte apego a la comodidad que les entrega el mundo terrenal, del cual son embajadores sobrenaturales desde el mismísimo Jardín del Edén.