Review of 'La enfermedad y sus metáforas | El sida y sus metáforas' on 'Goodreads'
3 stars
Me ha gustado punto son en realidad dos libros punto en el primer libro I a codo el ratón a comparación entre dos enfermedades: la tuberculosis y el cáncer punto en el segundo libro hace otra añade una tercera enfermedad que es el VIH al que se refiere todo el rato como sida.
En el primer libro habla de la tuberculosis o de las metáforas relacionadas como con la tuberculosis como una enfermedad de personas con gran capacidad para sentir muy sensibles goma como de arromantizado esta enfermedad. Esto lo compara con el cáncer, donde se muestra al enfermo como una persona que ha vivido toda su vida reprimida o de Evo como que en cierto modo su enfermedad es merecida entre comillas. En el segundo libro habla de profundiza más en esta idea cuando al tener el sí el SIDA ese carácter de transmisión sexual donde se ha utilizado …
Me ha gustado punto son en realidad dos libros punto en el primer libro I a codo el ratón a comparación entre dos enfermedades: la tuberculosis y el cáncer punto en el segundo libro hace otra añade una tercera enfermedad que es el VIH al que se refiere todo el rato como sida.
En el primer libro habla de la tuberculosis o de las metáforas relacionadas como con la tuberculosis como una enfermedad de personas con gran capacidad para sentir muy sensibles goma como de arromantizado esta enfermedad. Esto lo compara con el cáncer, donde se muestra al enfermo como una persona que ha vivido toda su vida reprimida o de Evo como que en cierto modo su enfermedad es merecida entre comillas. En el segundo libro habla de profundiza más en esta idea cuando al tener el sí el SIDA ese carácter de transmisión sexual donde se ha utilizado durante mucho tiempo o se ha hablado de tanto la sífilis como el SIDA como una enfermedad con un significado moralizador.
En resumen, el libro lo que aboga es porque no utilicemos las metáforas de las enfermedades para referirnos a situaciones de la vida real o que no utilicemos situaciones bochornosas o humillantes para referirnos a las enfermedades. El hacerlo supone que contribuye a estigmatizar aún más a aquellas personas que padecen estas enfermedades y a que su propio auto rechazo o que la dimensión de sufrimiento vaya incluso más.
Citas:
" el doctor manninger aconseja a los médicos que no usen nombres ni etiquetas nuestra función es la de ayudar a la gente, no habla de contribuir afligirla, lo cual, concretamente, es decir a los médicos que aumentan su reserva y su paternalismo."
Se proyecta sobre la enfermedad de lo que uno piensa sobre el mal punto y se proyecta a su vez la enfermedad -así enriquecidan su significado-sobre el mundo.
Para Maquiavelo, la previsión; para jóvenes, la razón; para shaft desbury, la tolerancia, tres ideas de cómo el buen gobierno, por analogía con la medicina, puede prevenir una enfermedad fatal.
Y por ser extrema, la metáfora resulta especialmente tendenciosa, buena paranoicos, para quienes necesitan transformar una campaña en una cruzada, para los fatalistas ( cáncer igual a muerte ), y para los que se queja dejan subyugar por el optimismo revolucionario a histórico ( por la idea de que solo son de seables los cambios más radicales). Hasta tanto la descripción y el tratamiento del cáncer vayan acompañadas desde tanta hipérbole de corte de militar, la metáfora parecerá singularmente inepta a todo amante de la paz.
La sociedad como una suerte de cuerpo perfectamente disciplinado regido por una cabeza. Esta ha sido la metáfora dominante para la política desde Platón y Aristóteles, quizá por lo útil que resultaba para justificar la represión.
Quería ofrecer a los demás enfermos y a quienes cuidan de ellos un instrumento que disolviera estas metáforas, estas inhibiciones. Que debían considerar el cáncer como una mera enfermedad; muy grave, pero no más que una enfermedad. No una maldición ni un castigo como ni un motivo de vergüenza. Sin significado.
Se podía decir de los homosexuales promiscuos que se daban con vehemencia a sus costumbres sexuales, alentados por la ilusión, fomentada por la ideología médica con sus antibióticos cúralo todo, de que todas las enfermedades de transmisión sexual eran relativamente inocuas, que podían ser considerados como hedonistas por dedicación.
Una cosa es poner énfasis en que la enfermedad amenaza a todos, para inducir miedo y confirmar los prejuicios, y otra muy distinta a sostener, para desactivar los prejuicios y reducir el estigma, que tarde o temprano el SIDA, directamente, afectará a todos.
Se piensa que hablar de condones y de hojas limpias equivale casi a disculpar a inducir la sexualidad ilícita y las drogas ilegales. Y hasta cierto. Así es. La educación sobre cómo evitar el SIDA implica la aceptación, y por ende la tolerancia, de que no es posible erradicar la variedad en la expresión de los sentimientos sexuales.
El Apocalipsis se ha convertido en una serie interminable: no Apocalipsis ya, sino Apocalipsis de ahora en adelante. El Apocalipsis es un hecho que tiene y no tiene lugar. Quizá algunos de los acontecimientos más temidos, como los que tienen que ver con irreparable ruina del medio ambiente, ya hayan tenido lugar. Pero aún no lo sabemos, porque los criterios han cambiado. O porque no disponemos de los parámetros idóneos para medir la catástrofe. O sencillamente porque se trata de una catástrofe en cámara lenta.
En cuanto a esta a la metáfora militar yo diría, parafraseando Lucrecio: devolvamos la a los que hacen la guerra.