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Es tan injusto valorar este libro en sus totalidad como poner nota en el instituto a un trabajo en grupo. Mi reseña es dura porque creo que el libro defrauda su tarjeta de presentación.

Hay tres buenas historias y el resto quedan por debajo tanto en calidad literaria como en el tema escogido. Esas me han decepcionado en tres ámbitos en general: algunas me han parecido poco originales, otras con poca profundidad de exploración, y otras poco atingentes; sin perjuicio de que hay otras que son simplemente malas en muchos frentes.

Con poco originales me refiero a que, por ejemplo, una sociedad basada en redes de apoyo se me queda corto como "fabulación de futuro alternativo", es básico si el relato solo tiene eso. Varias historias no proponen nada suficientemente original como para que aguante sin calidad narrativa. Como ejemplo de lo contrario está «Una escalera común», que no es una propuesta de nada (ni original ni no original), pero cuenta una historia preciosa que invita a actuar de otra forma mostrando lo que surge cuando lo haces.

Cuando digo que hay poca profundidad de exploración es porque siento que, para estar imaginando cosas nuevas, se quedan muy en la superficie. Por ejemplo, dice un relato que "[les vecines] Desarrollaron habilidades lingüísticas y sensoriales para pensar juntes", y entonces, ¿cuáles eran esas?, eso es lo interesante del asunto. Para mí lo guay es la exploración en la ficción de lo utópico, para que esto pueda ser posible en algún momento. Esto solo se lo hecho en cara a aquellas historias que pretenden estar proponiendo algo pero no lo explican; me parece como quedarse corto al imaginar.

Finalmente, con poco atingentes me refiero a relatos como «Perímetro de floración», que es una historia de ciencia ficción sobre la infertilidad. Honestamente no entiendo qué hace en un libro como este. No es ninguna propuesta de alternativa de futuro.

Por terminar con una nota positiva, comento los mejores relatos, en mi opinión. «¿Qué sucede en K en las noches de luna llena?» es intrigante y el más original en el formato y la propuesta. «Una escalera en común» es precioso y motivador. «El mundo que fuimos» es triste y desesperanzado, bien escrito, más un diario de una huida a otro tipo de comunidad que una utopía.

A este libro le sobra lo menos un tercio de su volumen. La historia es buena, la prosa es fantástica, los personajes bien construidos, pero de cada tres páginas quitaba una. Ni siquiera es que crea que le sobra una parte concreta, es que le sobra cantidad de palabras.

La primera mitad es genial. Tengo subrayadas muchas frases y expresiones que encuentro geniales. La manera en que describe gestos siempre metiéndose un poco más, indicando la sutileza que subyace y hace ese gesto único, el twist en esa sonrisa, o en la forma que torna la cabeza… estaba yo entusiasmado.

La primera violencia física me asqueó y evitó que leyese más durante un tiempo. No me lo esperaba. Lo retomé y poco a poco encontré el ritmo de nuevo. Me gustó especialmente cuando Paul parece cambiar porque me lo creí. Ese capítulo(s ?) me hicieron dar aún más crédito al autor porque me pareció un logro difícil.

Sin embargo, en general, me ha cansado la ausencia de evolución de los personajes y de su relación y me he dado cuenta de que es que no me gusta leer sobre este tipo de toxicidad. Habrá a quien le encante leer sobre amores románticos nocivos, a mí me disgusta. Y la planitud, la manera en no dejan de caer en las mismas dinámicas, descritas una y otra vez casi iguales, lo mismo es efectivamente un recurso que subraya lo opresivo de su dependencia, pero he acabado hasta las narices.

A medio camino, además, lo que inicialmente me fascinaba de la escritura de Micah se me hizo bola. Todas lo que describe es intensísimo, Paul no "está incomodo" sino que "se quiere arrancar la piel solo de estar cerca" de Julian, todo así. Si bien, creo que este cambio en percepción se debe a que se me estaba haciendo largo el libro y estar harto de una cosa contaminó el resto de impresiones.

No sé qué conclusión darle a esta reseña.