La lectura de este libro ha sido un proceso agridulce.
Voy a empezar con la parte agria. La forma en la que leo a Sanderson ha ido cambiando mucho según tenía más contexto de él como persona y las contradicciones que me genera leer su obra, incluso aunque no la apoye económicamente. No sé si será por esa predisposición a ser más crítique con él, pero a este libro le he visto muchas costuras que no he visto tanto en otros anteriores. Por ejemplo, me ha parecido sobreexplicativo en muchas ocasiones y también me ha chirriado el hecho de que haya metido muchos golpes de efecto muy gratuitos e innecesarios, como lo de Gavinor. También me ha parecido que la mayoría de las cosas sucedían porque la historia lo requería más que como una consecuencia de los hechos que habían acontecido y de la mentalidad de los personajes. Además, tampoco me ha gustado nada cómo ha llevado asuntos de salud mental en este, sobre todo en comparación con el anterior que me pareció muy competente en ese aspecto. La parte de como ayuda a Szeth la puedo comprar teniendo en cuenta el contexto de ambos, incluso aunque menos de 10 días para ese cambio de mentalidad se me haga escaso, pero, ¿¿lo de Nale e Ishar?? Parece algo de Steven Universe (digo esto gustándome mucho la serie). Por último, me entristece que le haya quitado peso a varios personajes muy interesantes como Navani.
En la parte dulce, empiezo diciendo que me ha gustado la resolución del final bastante (aunque no tanto cómo se ha llegado a ella). Se veía venir que se iban a salir por una tangente, pero aún así me ha gustado la que ha cogido porque me esperaba más otras. Lo que más me ha tocado del libro son frases y momentos asociadas a varios personajes que han resonado especialmente conmigo por el momento vital por el que he pasado mientras leía ese libro. No creo que sean frases suelta que por lo que sea me han tocado, sino que me da la sensación de que había algo propio del autor en ellas, aunque por supuesto me puedo estar equivocando mucho. Lo último positivo que quiero resaltar es al personaje de Adolin, ya que, aunque en el anterior ya me gustó bastante por donde iba, en este libro le han dejado brillar y su conflicto interno me ha parecido bastante más cercano y familiar que otros.
Para finalizar la reseña, una pequeña reflexión. Sanderson se ha hecho bastante famoso por el tema de las magias duras y es verdad que en los primeros libros de casa saga tenía mucho peso, pero según ha ido haciendo crecer todo, esa magia dura ha tenido cada vez menos sentido hasta convertirse en magia blanda. No digo esto como algo negativo ni positivo, creo que cada una tiene su encanto, pero me parece curiosa esa evolución.