Para justificar la brutal redada, los policías plantaron cócteles molotov en el colegio y acusaron a los manifestantes de tratar de acuchillarlos. En 2012, tras un largo proceso, fueron encontrados culpables de brutalidad policial y falsificación de pruebas. En 2015, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que «se habían cometido actos de tortura» por parte de las autoridades y que «la legislación criminal italiana era [...] inadecuada para el castigo de tales actos y no un repelente efectivo contra su repetición».