En el sistema de crédito social, también conocido como Sesame Credit, todos los ciudadanos empiezan con la misma puntuación, pero después va subiendo o bajando en función de cómo se portan. Entre las muchas cosas que bajan puntuación están robar, comer en el metro, empezar una pelea, orinar en la calle y dejar de pagar las facturas. También hablar mal del Gobierno en un chat privado con un amigo, reunirse con intenciones sindicales, participar en manifestaciones políticas, entrar en una mezquita (aunque sea en otro país) o leer libros inapropiados. Hacer trampas en los videojuegos (usando bots) quita muchos puntos.
#cita
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En Beijing, un ciudadano que cruza en rojo puede ser multado instantáneamente en su cuenta bancaria. También puede verse inmortalizado en un loop de vídeo cruzando indebidamente en las marquesinas de las paradas de autobús, para escarnio propio y de su familia. Si comete más infracciones, como aparcar mal, criticar al Gobierno en una conversación privada con su madre o comprar más alcohol que pañales, podría perder el empleo, el seguro médico y encontrarse con que ya no puede conseguir otro trabajo ni coger un avión. Así es como funcionará el nuevo sistema de crédito social chino, programado para entrar completamente en vigor en 2020. Su lema es: «Los buenos ciudadanos caminarán libres bajo el sol y los malos no podrán dar un paso».
«Amazon Rekognition facilita la incorporación del análisis de imágenes y vídeos a sus aplicaciones. Usted tan solo debe suministrar una imagen o vídeo a la API de Rekognition y el servicio identificará objetos, personas, texto, escenas y actividades.» ¡Los primeros mil minutos de vídeo al mes son gratuitos! La misma tecnología que usa el ejército para encontrar terroristas y vigilar zonas de conflicto desde un dron, o las autoridades portuarias en los arcos de los aeropuertos, está disponible para tiendas, centros comerciales, bancos, garajes, festivales de música, gasolineras, colegios privados y parques temáticos.
Los algoritmos de reconocimiento facial son el trozo de código más valioso del mundo y el más peligroso. Ofrecen un sistema de reconocimiento involuntario e invisible, diseñado para identificar personas sin que se den cuenta, sin su permiso y sin que puedan ofrecer resistencia, porque son traicionados por las características irrenunciables e inalterables de su físico. Aunque la regulación de ese tipo de datos varía enormemente de un país a otro, su uso ha explotado en todas las industrias porque el acceso es sencillo e inmediato.
Palantir es conocido como el Departamento de Precrimen de Trump, porque su tecnología predictiva es utilizada por la policía para detectar «zonas de calor» donde podría estallar la violencia. También detecta grupos o personas «de interés», que hayan asistido a manifestaciones, participado en huelgas, tengan amigos en Greenpeace, usen tecnologías de encriptación o hayan apoyado a otros activistas en redes sociales. Palantir tiene acceso a huellas y otros datos biométricos, archivos médicos, historial de compras con tarjetas, registros de viajes, conversaciones telefónicas, impuestos, historiales de menores.
Donald Trump ganó las elecciones con el apoyo público, técnico y financiero de dos personas: Peter Thiel y Robert Mercer, los respectivos dueños de Palantir y Cambridge Analytica.
Peter Thiel era miembro de la PayPal Mafia, el «clan» de exalumnos de Standford y de la Universidad de Illinois que fundaron o trabajaron en Paypal y acabaron fundando algunas de las compañías más poderosas del Valle: Tesla, LinkedIn, Palantir Technologies, SpaceX, YouTube, Yelp. Y había sido el primer inversor de Facebook, convirtiéndose en el mentor de Mark Zuckerberg y miembro destacado de su consejo de dirección. En 2004, Thiel puso treinta millones de dólares para fundar una empresa llamada Palantir Technologies Inc. El otro gran inversor fue la CIA, que puso dos millones a través de InQTel, su fondo de capital riesgo para tecnologías que le serán útiles. Su objetivo era hacer minería de datos para el control de la población.
«La NSA guarda un registro de todo lo que hace un ciudadano europeo, independientemente de si hace algo malo o no —me dijo Edward Snowden en 2016—. Y pueden acceder a ese registro sin una orden y examinar todos los archivos. La única diferencia es cómo los tratan después de haberlos investigado.»
El consejero general de la NSA, Stewart Baker, confesó que «los metadatos te cuentan absolutamente todo acerca de la vida de alguien. Si tienes suficientes metadatos no necesitas contenido».
Entre 2009 y 2015, Twitter geolocalizaba cada tuit por defecto con precisas coordenadas GPS que no eran visibles para los usuarios ni para sus followers pero que sí para las aplicaciones de la API, y aparentemente permanecen visibles a día de hoy.
Las estructuras centralizadas no están diseñadas para la eficiencia sino para el control. Y el miedo. El César debe ser poderoso, y también parecerlo.
El objetivo de Facebook es convertir a cada persona viva en una celda de su base de datos, para poder llenarla de información. Su política es acumular la mayor cantidad posible de esa información para vendérsela al mejor postor. Somos el producto.
Cuando Zuckerberg «testificó» ante el Congreso y el Senado de Estados Unidos, un número alarmante de representantes democráticos eran accionistas de Facebook. Su principal gasto no tiene que ver con la innovación, sino con la compra de los gobernantes para que les deje explotar el planeta, explotar a los trabajadores y explotar a los usuarios para ganar dinero. Su espíritu no es el de Henry David Thoreau, John Stuart Mill o Emma Goldman. Es el de Ayn Rand, la musa del individualismo capitalista.
La NSA y la GCHQ han hecho un intercambio de ciudadanos: EE.UU. espía los cables británicos (programas OAKSTAR, STORMBREW, BLARNEY Y FAIRVIEW) y la Gran Bretaña espía los norteamericanos, para luego intercambiar archivos. Ni siquiera tienen que mandar submarinos porque los cables son suyos.
— El pequeño libro rojo del activista en la red by Marta Peirano
En 2007, un barco pirata robó unos trozos de cable de fibra óptica en la costa de Vietnam pensando que contenían cobre (los piratas son gente muy anticuada).
— El pequeño libro rojo del activista en la red by Marta Peirano