No respetaban a nadie, ni siquiera a los muertos. En febrero de 2005, la RIAA demandó a Gertrude Walton, una abuela de ochenta y tres años de Virginia Occidental, por «compartir más de setecientas canciones de pop, rock y rap songs bajo el alias smittenedkitten». Cuando su hija contó en los medios que la señora no había tocado un ordenador en su vida y que además llevaba meses difunta, la respuesta de la asociación fue: «La colección de pruebas y la consiguiente acción legal fueron iniciadas hace semanas, incluso meses», sugiriendo que Gertrude había llevado una doble vida, a espaldas de su propia hija, antes de abandonar el caso.
#cita
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En la comunidad se dice de broma que FreeBSD no es una licencia libre sino «libertina» porque, a diferencia de la GPL, permite que una empresa use el código de la comunidad para poder crecer con sus contribuciones pero cierre sus propios desarrollos con una licencia tradicional. Esa fue la que eligió Jobs para el kernel de su sistema operativo, llamado Darwin.
De todas las contribuciones de Richard Stallman a la sociedad en la que vivimos, la GPL es la más importante. Es un texto crucial de nuestro tiempo, porque propone una economía basada en la protección del bien común, independiente de la intención del creador, el usuario, los gobiernos y la industria.
El IRC fue la gran universidad de los hackers. No todo el mundo podía ir a Stanford, Yale o el MIT. A finales de los noventa, cientos de miles de adolescentes con inclinaciones tecnológicas se entretenían quitando, poniendo y alterando líneas de código a los programas y videojuegos de la época, para ver qué pasaba. Cuando algo se rompía, iban al canal a pedir consejo; cuando pasaba algo interesante, lo compartían con los demás. Para esa generación de usuarios, cambiar código, música o videojuegos era tan natural como aprender a jugar al baloncesto o saltar con la tabla de skate. No distinguían entre el código que hacían ellos y el que cogían de los demás. Todo el código era de todos, o al menos de todo el que supiera leerlo y ejecutarlo con un ordenador. No estaban pensando en propiedad intelectual, no sentían que estuvieran robando o apropiándose de nada que no fuera suyo porque no lo hacían para vendérselo a nadie sino para aprender y compartir lo aprendido. Después, estaba Richard Matthew Stallman, genio de la programación y padre de una licencia de propiedad intelectual llamada Licencia Pública General o GPL.
El problema era que el IRC no estaba diseñado para el intercambio de archivos. No había un sistema central que indexara los archivos de gran tamaño y las transferencias se cortaban cada vez que la conexión fallaba, lo que ocurría todo el tiempo. «Si queríamos música, nos íbamos a algún canal del IRC y plantábamos un bot para descargarla explicaba en una entrevista Jordan Ritter, arquitecto de Napster—. Era un dolor de muelas.» En noviembre de 1998, en un canal de aficionados al código llamado w00w00, Shawn Fanning contó que estaba pensando en un programa de intercambio de archivos más eficiente. Ritter (nick: ) se ofreció a ayudarle en el proyecto, que entonces se llamaba MusicNet. Napster era el nick del propio Fanning, un apodo de la cancha debaloncesto que se refería a su pelo rapado. Sean Parker se hacía llamar . Todos llevaban años encontrándose en el canal, pero no se habían visto nunca personalmente. En perspectiva, este momento es más significativo para la historia de la música que el concierto de los Sex Pistols en el Manchester Lesser Free Trade Hall en junio de 1976. Pero entonces ninguno lo sabía. No sabían nada de propiedad intelectual. Solo querían compartir música y código de manera más eficiente.
Napster había nacido en un canal del IRC, la mezcla de foro y tablón de noticias que triunfaba en USENET. Era popular porque había toda clase de temas, y cualquiera podía crear canales o participar en ellos. Solo había que descargarse un cliente, encontrar un canal y empezar a hablar. A diferencia de los grupos de noticias, todo sucedía en tiempo real.
Shawn Fanning y Sean Parker lanzaron Napster en junio de 1999. Fue el primer sistema P2P para intercambio de archivos masivo. También fue el primero que recibió una demanda de la Recording Industry Association of America (RIAA) por infracción masiva de copyright, el 7 de diciembre de 1999. Al principio ya era popular, pero la demanda directamente lo viralizó. A lo largo del año 2000, Napster pasó de tener veinte millones de usuarios a tener setenta millones, en un internet que no tenía más de trescientos millones de usuarios en total. La presión judicial consiguió cerrar la plataforma el 3 de septiembre de 2002.
Napster fue el comienzo de la red social-personas, no páginas. Para mí fue el momento eureka, porque demostró que internet podía ser este sistema P2P distribuido. Que podíamos desintermediar a todas esas multinacionales mediáticas y conectarnos directamente entre nosotros.
Tenemos sistemas de reconocimiento facial montados sobre drones armados capaces de tomar decisiones como disparar contra «insurgentes» desde el aire, asistiendo a soldados de veinte años desplegados en lugares como Afganistán. Esos operadores observan la retransmisión en vídeo de múltiples drones en sus pantallas planas.
En 2015, un programador negro llamado Jacky Alciné descubrió que el sistema de reconocimiento de imagen de Google Photos le había etiquetado como «gorila». No era un accidente, ni un sesgo de Google. La palabra «gorila» se usa con frecuencia para referirse de manera despectiva a los hombres afroamericanos. Usando un software parecido, Flickr etiquetó a un hombre de color como «mono» y una foto del campo de exterminio de Dachau como «gimnasio salvaje». Es el mundo en que vivimos. La única solución que encontró la empresa que ha diseñado la máquina que ganó al mejor jugador de Go de todos los tiempos fue eliminar la palabra «gorila» del sistema, junto con otras iteraciones de la misma idea como «mono» o «chimpancé». Desde entonces, ni Google Photos ni Google Lens son capaces de reconocer primates, aunque el Asistente de Google y Google Cloud Vision, su servicio de reconocimiento de imagen para empresas, permanecen inalterados.
En 2015, Amazon detectó que su algoritmo de contratación de personal penalizaba los currículums que tuvieran la palabra «mujer», lo que incluía la pertenencia a grupos de mujeres, datos como «campeona del tenis femenino» o haber estudiado en un colegio femenino. Había sido entrenado con la base de datos de contrataciones de la empresa, y uno de los patrones observados por el algoritmo es que las mujeres no suelen ser contratadas en Amazon, independientemente de sus cualificaciones.
En su conocido libro Algoritmos de destrucción matemática, Cathy O’Neil explora los algoritmos de valoración de reincidencia que ayudan a los jueces a decidir multas, fianzas, condenas y la posibilidad de reducción de penas o libertad condicional. Estudiando los resultados, la Unión Americana de Libertades Civiles descubrió que las sentencias impuestas sobre personas de color en Estados Unidos eran un 20 por ciento más largas que las de personas blancas que habían cometido el mismo crimen.
Los ciudadanos chinos llevan años entrenando las mismas tecnologías que ahora les vigilan, y ahora esas tecnologías los entrenan a ellos con un sistema de castigos y recompensas que parece un videojuego.
La digitalización total de las transacciones es fundamental para el registro y control del Gobierno. Como dice la protagonista en El cuento de la criada, el salto de la democracia a la dictadura es fácil cuando todo el dinero es digital.
El sistema de crédito chino depende de más de cuatrocientos millones de cámaras que vigilan permanentemente a la población, todas conectadas a servidores con sistemas de reconocimiento facial en tiempo real. Forma parte de un programa llamado Sharp Eye, pero en realidad cualquier cámara, micrófono o sensor de cualquier dispositivo chino en cualquier lugar es parte del sistema de vigilancia del Gobierno, incluidos los teléfonos móviles.